Julio Faesler - El Siglo de Torreón
Se suponía que al entrar este agosto se aplicaría la pléyade de aranceles lo que algunos así denominaron la medida impositiva con que el presidente Trump ha amenazado a casi todo el mundo.
Como ya sucedió en otras ocasiones, en el caso de nuestro país, el propio Trump mandó aplazar a noventa días la arbitraria medida. El asunto era de suprema importancia por lo que se realizaban urgentes negociaciones con varios países buscando eliminar o al menos reducir el impacto de los aranceles en los intercambios comerciales. Aparentemente se logró ese propósito no sin antes haber sido señalados por los medios y organizaciones de protesta como débiles frente a la táctica de tensar y relajar amenazas en una táctica de diplomacia aplanadora. El hecho es que la mayoría de los países cuyos productos son afectados, buscan alianzas para hacer valer medidas de represalia o de respuesta. Países con antiguos lazos coloniales como el Reino Unido, insisten en que se exprese su protesta solidaria.
La presidente Sheinbaum por su parte, anunció el mencionado plazo de respiro como un logro de sus conversaciones con su contraparte norteamericano, independientemente de que se había mencionado en algunos medios el hecho de que, no seríamos afectados por pertenecer al Tratado tripartito de Norteamérica T MEC.
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