- El aplazamiento logrado —90 días sin aranceles adicionales y con espacio para construir opciones— fue, en realidad, el mejor de los escenarios posibles.
Enrique Quintana - El Financiero
Hubo quienes con rapidez se lanzaron a criticar el resultado de la reciente negociación entre México y Donald Trump.
Señalan que haber aceptado un plazo de 90 días para seguir negociando mantiene la incertidumbre y prolonga la amenaza arancelaria que pende sobre las exportaciones mexicanas.
Algunos incluso afirman que se trata de una claudicación, un retroceso diplomático o —peor aún— una aceptación tácita de la violación del T-MEC.
Más allá de los elementos de certeza que tienen estos juicios omiten un detalle fundamental: el contexto.
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