Carlos Ramírez - El Independiente
La iniciativa de reforma electoral del Gobierno de la presidenta Sheinbaum que inició el presidente López Obrador al final de su administración no es otra que la definición del nuevo campo de batalla para determinar los espacios de la hegemonía de poder en México para los próximos años.
De un lado se encuentra el bloque de poder de los expresidentes Salinas de Gortari-Zedillo-Calderón-Peña Nieto y de su grupo de intelectuales orgánicos Héctor Aguilar Camín-José Woldenberg-Lorenzo Córdova Vianello. La tarea del excomunista Pablo Gómez Álvarez al frente de la comisión de reforma no buscará no solo la restauración de los viejos esquemas de fraude electoral desde la autoridad que organiza elecciones, sino terminar la limpieza político-ideológica del grupo que tiene el control orgánico de las estructuras electorales desde 1990 hasta la reforma de 2014.

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