Raymundo Riva Palacio / Eje Central
Una de
las partes más sensibles que tiene que resolver Enrique Peña Nieto antes de
asumir la Presidencia el primero de diciembre, es qué hará con los servicios
civiles de inteligencia, en particular con los dos principales, el Cisen
y el de la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF). La inteligencia,
entendida como el acopio y procesamiento de información que se anticipa a los
enemigos del Estado, es la herramienta fundamental para combatir la
delincuencia organizada, el tema que el próximo Presidente heredará como
prioridad indeseada.
Peña Nieto tiene a dos personas muy ligadas a él como responsables
directos en ese campo, Miguel Ángel Osorio Chong, quien preside el área de
Política y Seguridad en el equipo de Transición, y Luis Miranda, uno de los políticos
de mayor confianza del presidente electo, y su secretario de Gobierno en el
estado de México, a quien le encomendaron el análisis y evaluación del Cisen.
Para realizar el diagnóstico y las recomendaciones en la SSPF, se designó a
Roberto Campa, secretario técnico del Consejo de Seguridad Pública Nacional, en
la primera parte de este gobierno. Hasta principio de noviembre presentarán a
Peña Nieto sus conclusiones y propuestas, lo que determinará el derrotero de
las dependencias. Sin embargo, hay una hipótesis probada por Osorio Chong,
quien ha dicho en privado que el problema en las áreas de seguridad mexicanas,
es su falta de coordinación.
Esta deficiencia explicaría el porqué, según algunas líneas generales
que han trascendido en el equipo de transición, la coordinación podría recaer
en una reforzada Secretaría de Gobernación. Esta la parte es controvertida, y
si se analiza incorrectamente, puede resultar contraproducente. El Cisen y la
SSPF realizan fundamentalmente un trabajo de contrainteligencia, que tiene que
ver con la seguridad interna. La inteligencia, de la que abrevan en
buena parte la Marina y la PGR, proviene de las agencias de inteligencia
estadounidenses, particularmente la DEA, la CIA, ICE y ATF. La construcción de
un sistema de inteligencia que remplace los insumos de Washington,
requeriría de una revolución en los cuerpos de seguridad mexicanas y la
restauración de lo que se le llama inteligencia humana, que hacía el
Cisen con eficiencia hasta que fue desmantelado en los dos primeros años del
gobierno de Vicente Fox.
El actual secretario de la SSPF, Genaro García Luna, reconstruyó una
buena parte de ese sistema de inteligencia, primero en la vieja Agencia Federal
de Investigaciones y luego en la Policía Federal, y creó un complejo
sistema que se llama Plataforma México, cuya sofisticada tecnología ayudó a
llenar algunos de los vacíos que dejó el desmantelamiento del Cisen. En este
gobierno hubo la tentación de que Plataforma México se trasladara al Cisen,
pero García Luna derrotó al ex director de ese centro, Guillermo Valdés, en una
lucha burocrática por su manejo. La idea, sin embargo, ronda en el equipo de
transición.
¿Sería la solución?
Los asesores de Peña Nieto quieren devolverle la fuerza al Cisen y a
Gobernación, en menoscabo de la SSPF. Esto equivaldría a reconstruir lo roto, y
destruir lo que está completo. No está claro si resolvería los déficits de inteligencia,
pero lo que sí es seguro es que no restablecería lo que Osorio Chong ve como la
falta de coordinación entre las secretarías y sus órganos de inteligencia. Para
esto, sería mejor que el Cisen dejara de ser operativo y que esas funciones se
integren a la SSPF y al CENAPI, el Centro Nacional de Planeación, Análisis e
Información para el Combate a la Delincuencia de la PGR –también muy
desmantelado-, bajo el esquema de separarse de Gobernación y pasar a la
Presidencia como un órgano que coordine todos los servicios de inteligencia
civiles y militares, para recabar su información, procesarla, depurarla y
presentarle al presidente recomendaciones para la toma de decisión. Con esto no
se iría hacia atrás, como esbozan algunas de las propuestas en el equipo de
transición, sino hacia adelante. Pero este reubicación no está en el radar de
los expertos que colocó Peña Nieto a revisar las fortalezas y debilidades de la
inteligencia mexicana. Cuando menos no está hasta ahora, este nuevo andamiaje.
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