Arnaldo Córdova / La Jornada
Se trata de un fenómeno
universal, mundial. En todos lados, en todos los países, desde hace
unos cuarenta años, los gobiernos, atentos a las exigencias de sus
clases patronales, se han dedicado a derruir todos los principios
protectores del trabajador que han sido consagrados, no solamente por
los países en su particular esfera, sino también por el orden
internacional. Esa tendencia, que en los años setenta se conoció como
flexibilización de las relaciones laborales, se ha venido desarrollando
con un ímpetu tal que hay lugares en los cuales las antiguas
instituciones del derecho del trabajo han dejado de existir.
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