La mayor
parte de los indicadores de la actividad económica reportados al primer
semestre hacen pensar que la economía sigue apuntando hacia un crecimiento
entre 3.7% y 4% para el año. De acuerdo con las opiniones de los analistas
económicos, predomina el optimismo como para alcanzar una tasa anual de
crecimiento mayor que lo estimado hace apenas un par de meses atrás. Así lo
muestra la encuesta de expectativas que realiza el Banco de México.
El
optimismo para el año se reforzó con las cifras del Índice Global de Actividad
Económica, IGAE, a julio pasado que ofrece una fotografía estadística bastante
cercana de lo que será el comportamiento del PIB. Según el reporte de INEGI, el
IGAE a julio creció 4.7% a tasa anual mientras que el incremento
desestacionalizado mensual fue de 0.66%, corroborando la buena marcha de la
economía mexicana en general, sobre todo, a contraluz de la recesión o franca
caída europea, del rancio comportamiento económico estadunidense, y de la
desaceleración vista en los últimos meses en algunas grandes economías
emergentes como la brasileña, china o india.
En todo
este panorama de optimismo ha sido el sector manufacturero de exportación uno
de los principales motores del dinamismo económico junto a la construcción y a
los servicios que ofrece el mercado interno. Pero ese motor ha comenzado a
afectarse.
Los datos
de exportaciones a agosto pasado ya muestran una clara desaceleración que, si
bien aún es difícil prever su impacto hacia el resto del año, pareciera un
punto de quiebre para el dinamismo mexicano en el segundo semestre por la
atonía económica estadunidense.
Las
exportaciones totales de agosto sólo crecieron 0.6% a tasa anual, muy por
debajo de las expectativas, mientras que las exportaciones manufactureras no
automotrices -que representan 71% del total de las exportaciones manufactureras
y el 58% del total de exportaciones- cayeron 1.4% en términos anuales. Es
decir, salvo el buen comportamiento que mantuvieron las exportaciones
automotrices (+7.8% anual), el resto de las exportaciones, incluyendo las
petroleras, mostró una tasa negativa.
Es
evidente que la caída sistemática en las tasas de exportación que hemos visto
en lo que va del año está fuertemente ligada al magro comportamiento del
mercado interno estadunidense. Sin embargo, agosto es el primer mes en el que
se registra una tasa negativa de crecimiento anual en las exportaciones no
petroleras mexicanas a Estados Unidos y que presenta una caída apreciable en
las exportaciones no automotrices (-3.7% a tasa anual) hacia el vecino del
norte.
Estos
datos se complementan con la fuerte caída de 13.2% en bienes durables a agosto
que reportó ayer el Departamento de Comercio de Estados Unidos, la mayor caída
desde enero de 2009 y que confirma la debilidad de la economía estadunidense.
Lo preocupante para las exportaciones mexicanas es que los pedidos de
automóviles en Estados Unidos se están debilitando rápidamente y ello tendría
afectaciones en el sector manufacturero más dinámico de nuestra economía.
¿Cuánto
afectará este dato las previsiones de crecimiento en México? Aún es prematuro
responder porque habrá que analizar otras cifras que están por darse a conocer;
pero es una mala noticia. Por eso ahora importan tanto las señales desde el
gobierno de Obama y las respuestas de la Fed.
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