martes, 18 de septiembre de 2012

EL FRACASO LABORAL

Samuel García / 24 Horas El Diario sin Límites
El mayor fracaso de cualquier política laboral es no generar empleos. Y el segundo mayor fracaso es que los empleos  que  se generan  sean  de  mala  calidad,  es decir,  con  pobres  salarios  reales y  desprovistos  de prestaciones elementales que resguarden los derechos y el bienestar de los trabajadores.

A la luz de los resultados históricos, uno de los grandes fracasos de la economía mexicana no sólo ha sido su incapacidad para generar los empleos que requiere su creciente población, sino también para generar empleos con una mínima calidad que se traduzca en bienestar de las familias.
En los últimos 13 años (2000-2012) la tasa de desempleo abierta en México -tomando en cuenta un cálculo de 5.1% de desocupación para este año- ha rondado 3.9% en promedio, mientras que en la década de los 90 fue de 3.6%, y de 4.5% en los años 80. Así que por las cifras oficiales, como se puede ver en las poco más de tres décadas de historia reciente, la tasa de desempleo abierta en el país ha sido relativamente baja en comparación con los resultados obtenidos en las economías de los países que conforman la OCDE.
Sin embargo, a diferencia de estas economías, en México la favorable tasa de desempleo abierta oculta dos fenómenos que caracterizan al mercado laboral mexicano: La enorme precarización de los empleos existentes, y la fuga de mano de obra hacia el mercado laboral estadunidense que reduce la tasa de desempleo en México.
Un dato es revelador. Para este año la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos estableció que el salario mínimo promedio para las tres zonas del país sea de mil 819.80 pesos, un salario inferior a los dos mil 218 pesos que estableció el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Coneval, como ingreso mínimo personal en las zonas urbanas del país para no caer por debajo de la línea de pobreza. Es decir, a la luz de lo establecido por Coneval, la propia determinación de la CNSM está violando el Artículo 123 constitucional, sin que nada ocurra, ni ningún político chiste.
Ese es el problema que tenemos en México. Uno de cumplimiento de leyes. Queda claro que cualquier revisión minuciosa de lo que pasó con la evolución del salario mínimo en México en las últimas tres décadas nos llevará a la conclusión de que existió una decisión deliberada de política pública para reducir el salario mínimo real, deteriorar el poder adquisitivo de los salarios, con el propósito de reactivar la economía, lo que permitió que la tasa de desempleo fuera reducida. Se han creado empleos precarios, reduciendo la tasa de desempleo, en buena medida gracias a la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.
Más allá de las ideologías, ésa ha sido la política laboral de las últimas décadas en México que ahora se discutirá a través de una reforma laboral que lo que pretende, en esencia, es flexibilizar las condiciones de acceso al trabajo.
Habrá más tiempo para desmenuzar las propuestas de reforma que se están planteando, sin embargo cualquier discusión sobre el mercado laboral en México no puede darse sin este contexto histórico de una economía que ha sido largamente incapaz de generar los empleos de calidad que necesita su población. Y en ese fracaso no sólo están los gobiernos implicados, sino también las “corporaciones políticas” que incluyen a sindicatos y empresarios.

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