Mario Maldonado - Sonora Presente
Las políticas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador se han convertido en una “herencia maldita” para la administración de su sucesora Claudia Sheinbaum. La supuesta buena relación que construyó el expresidente mexicano con Donald Trump en su primer mandato presidencial fue un espejismo: el presidente estadounidense pasó de apodarlo “Juan Trump” y decir que fue un “amigo” y “hombre fabuloso” que lo “ayudó mucho” a considerarlo “marxista” y “socialista radical”, que “representa políticas de izquierda ‘peligrosas’ para EU”, además de señalarlo como alguien que no cumple acuerdos comerciales y de haber encabezado un “gobierno débil” frente al crimen.
Trump ha seguido una estrategia similar con Sheinbaum, a quien primero elogió al decir que es una “mujer encantadora”, “extraordinaria” y una “gran presidenta” a criticarla de “estar asustada de los cárteles que ni siquiera puede pensar con claridad” y de rechazar su oferta de enviar tropas militares a combatir a los cárteles de la droga en territorio nacional.
Pero más allá del discurso, Estados Unidos ha castigado a México como nunca en tiempos recientes. El problema es que los argumentos del gobierno de Trump para imponer aranceles y endurecer las medidas en materia de seguridad y migración aluden a políticas y decretos que vienen del sexenio de López Obrador. Pareciera que el presidente estadounidense está cobrando las facturas a México por lo que hizo el antecesor de Sheinbaum, proveniente del mismo partido y movimiento político, quien desde su finca en Palenque, Chiapas sigue teniendo contacto con algunos de sus cercanos, ubicados en posiciones estratégicas del Congreso y el gobierno.
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