miércoles, 30 de julio de 2025

De dónde sacan el dinero

Denise Maerker - Milenio

La atención inevitablemente se ha centrado en las lujosas vacaciones de varios conspicuos integrantes de la 4T: el nivel de los hoteles que frecuentan, las tiendas en las que compran, los países que visitan. Es indiscutible la contradicción entre los principios fijados por el fundador del movimiento y su forma de proceder. Por eso, la burla y el escarnio del que han sido objeto estos últimos días. Así que detrás de las críticas no hay una cuestión de racismo y clasismo, como aseguran quienes buscan salvar el pellejo de los señalados, es la flagrante discrepancia entre lo que dicen representar y lo que hacen.

Dicho esto, lo verdaderamente inquietante es saber de dónde sacan el dinero, porque la vida que se dan simplemente no es compatible con los salarios que paga la administración pública federal, ni con las remuneraciones de puestos de elección popular, a ningún nivel. Saldrán seguramente a explicarnos, como lo hicieron los priistas durante décadas, lo hábiles que han sido manejando negocios que no sabíamos que tenían, o que dicen haber heredado, y lo suertudos que han sido invirtiendo su dinero. Muy pocas veces tuvimos explicaciones pormenorizadas de la procedencia de las grandes fortunas priistas, pero la evidencia hablaba por sí misma: los políticos mexicanos, como muchas veces lo recordó en sus mañaneras López Obrador, avanzaban en el escalafón y coincidentemente iban cambiando de domicilio hasta acabar en los barrios más caros de la Ciudad de México. “Lo que se ve, no se pregunta”, decía Juan Gabriel sobre otro tema. Pues igual en este, no hacía falta preguntar, el ascenso social de los políticos era tan obvio y descarado, tan súbito, que todos asumíamos tristemente la verdadera procedencia de sus fortunas: el erario y los múltiples negocios que las posiciones de poder hacen posibles.

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