Mario Maldonado - Sonora Presente
Tras seis años de pérdidas, sobrecostos, desconfianza de los mercados y decisiones políticas disfrazadas de estrategia energética, el gobierno de Claudia Sheinbaum se enfrenta a uno de los retos más difíciles que heredó de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador: rescatar a Pemex del colapso operativo y financiero. La petrolera más endeudada del mundo –y la más emblemática del nacionalismo obradorista– será sometida a una “cirugía mayor”, como la han definido las calificadoras que le quitaron el grado de inversión al inicio del sexenio pasado. Esta no sólo implica recortar personal y fusionar áreas, sino redefinir su modelo de negocio, su rol estratégico y su relación con el capital privado e internacional.
Este viernes, el gobierno federal a través de la Secretaría de Hacienda, la Secretaría de Energía y Pemex presentará un plan integral de reestructura cuyo objetivo principal es recuperar el grado de inversión y estabilizar las finanzas de la empresa. La deuda total de Pemex, sumando pasivos financieros y adeudos con proveedores, rebasa los 120 mil millones de dólares, una cifra que por sí sola explica por qué la petrolera está en cuidados intensivos. Tan solo en 2025, la empresa debe cubrir amortizaciones por 6 mil 400 millones de dólares.
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