- El coordinador de los senadores del partido gobernante en México vive días oscuros tras conocerse que el jefe de policías que nombró en Tabasco está relacionado con el crimen
Carmen Morán Breña - México - El País
“Tan grande es el sapo, así es la pedrada”. Adán Augusto López recurre al refranero popular para definir la aciaga situación por la que está pasando estos días, desde que México entero ha sabido que la ley persigue al que fue su secretario de Seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez, por vínculos con el narcotráfico, extorsión y secuestro. Adán Augusto, como se le conoce, era entonces gobernador de ese Estado, un cargo en el que estuvo dos años y medio, desde enero de 2019 a agosto de 2021. Él lo nombró y pocos creen ahora que fuera ajeno a la relación del jefe de los policías con el grupo criminal La Barredora. Mientras la Interpol busca a Bermúdez, el Comandante H, los focos han caído inmisericordes contra el que hoy es el coordinador en el Senado del partido que gobierna en México, Morena.
López ha tratado de refugiarse en el descanso veraniego para no aparecer por la Cámara alta ni enfrentarse a los medios de comunicación, sin éxito. Un requerimiento de la presidenta para que diera su versión de los hechos le obligó a enviar un mensaje de redes sociales en el que se ponía a disposición de las autoridades si lo precisaban. Eso fue el viernes, 18. El domingo pasado acudió al Consejo Nacional de su partido entre un enjambre de periodistas. Apenas comenzaba su semana horribilis. Acostumbrado a operar desde la sombra, su biografía está ahora en boca de todos y no hay forma de poner la televisión sin que salga su imagen. López no es cualquiera en la vida política mexicana. Ha sido secretario de Gobernación, es decir, el segundo hombre con más poder del país, en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, a quien quiso sustituir presentándose a las primarias del partido. El golpe recibido es, como bien dice, tan grande como el sapo. Para derrumbarle, y hoy muchos lo consideran un cadáver político, se necesitaba una buena pedrada.

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