Samuel García - El sol de México
Durante años, México ha disfrutado de una posición privilegiada gracias al T-MEC, que le garantiza acceso preferencial al mercado estadounidense. Esa ventaja comienza a desdibujarse con los recientes acuerdos comerciales entre Washington, Europa y Japón, que están reconfigurando las reglas del juego. Lo que parecía ser la ventaja competitiva más importante de México puede erosionarse rápidamente.
El nuevo acuerdo con la Unión Europea, que establece un arancel base del 15% para la mayoría de las exportaciones hacia Estados Unidos, marca un parteaguas. Este arancel será aplicado a productos clave como automóviles, semiconductores y productos farmacéuticos. Japón aceptó condiciones similares. En cambio, México y Canadá se enfrentan a la amenaza de aranceles de 30 y 35% para productos que no cumplan con las reglas de origen del T-MEC.
Aquí yace la paradoja: mientras que los socios sin tratado formal con Estados Unidos lograron acuerdos que, si bien costosos, ofrecen previsibilidad, México corre el riesgo de enfrentar aranceles más agresivos si no cede en la negociación. Y las consecuencias ya se anticipan. Según el simulador arancelario del Observatorio de la Complejidad Económica (OEC), con un escenario de aranceles del 15%, Estados Unidos importaría más de países europeos (+22,500 mdd del Reino Unido, +10,200 mdd de Francia, +5,650 mdd de España), mientras que reduciría importaciones desde México en 238,000 millones de dólares.
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