Por: Isaac Katz - El Economista
La presidenta Sheinbaum afirmó, como si fuese algo sin mayor importancia, que en el último año del gobierno de López se incurrió en un “poquito de deuda” con el fin de terminar las obras emprendidas por su antecesor, léanse la refinería Dos Bocas, el Tren Maya y el Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec. Ni fue “poquito”, ni se terminaron las obras, ni todo el endeudamiento fue para ello y menos aún puede considerarse como algo menor, sobre todo por las implicaciones negativas que tendrá el mayor saldo de la deuda.
De entrada, es un mito que durante el gobierno de López se haya instrumentado una política fiscal conservadora o prudente. Por el contrario, la política que se siguió deterioró significativamente la posición financiera neta del sector público y, peor aún, desde un punto de vista económico fue notoriamente ineficiente, un derroche de recursos. No sólo se incurrió en un mayor endeudamiento, sino que también se arrasó con los diferentes fondos y fideicomisos públicos, en particular el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios, cuyo saldo pasó de 279,000 millones de pesos en 2018 a únicamente 9,000 millones en 2020.
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