León Bendesky - Periódico la Jornada
El uso de las criptomonedas se ha ido extendiendo desde el lanzamiento del bitcóin en 2009 que, en buena medida, se dio como reacción a la grave crisis financiera de 2008. Se concibió como una alternativa descentralizada a la moneda emitida por el gobierno. A pesar de la escala que ha alcanzado su uso, es un instrumento cuyo precio es muy volátil. Se utiliza principalmente de modo especulativo más que como un medio para saldar transacciones financieras, que es la principal función del dinero.
El caso de las monedas estables (stablecoins) se sustenta, precisamente, en ofrecer un valor seguro y, también, menores costos de operación. Su diseño combina la tecnología del blockchain con un valor de reserva de bajo riesgo, como puede ser el dólar, los bonos del Tesoro, el euro o el oro. Se supone que si se compra una moneda estable de un dólar, se podrá redimir un dólar de moneda corriente.
Las monedas estables, como cualquier otro activo financiero, no están exentas de riesgo, como ocurrió con la repentina quiebra de la plataforma FTX en 2022; una firma preponderante en el intercambio de criptomonedas con una operación altamente especulativa.

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