Samuel García - El Sol de México
En México, la inflación ya no responde únicamente a los costos laborales, los shocks climáticos, o al mayor consumo. Desde hace tiempo, pero claramente en los últimos años, un nuevo y perverso factor ha entrado al cálculo inflacionario: la extorsión criminal.
El fenómeno del “cobro de piso” -la cuota impuesta por organizaciones delictivas a comerciantes, transportistas, y productores- ha dejado de ser solo un drama de seguridad. Hoy, es un insumo más en la cadena de costos. Cada tortilla, cada kilo de limón, cada litro de leche lleva en su precio final un componente que no figura en ninguna contabilidad oficial: la extorsión.
De acuerdo con la ENVIPE, en 2023 se cometieron 4.9 millones de delitos de extorsión de los que el 96.7% de los casos no se denuncia, mientras que el costo se calcula en 26 mil millones de pesos, unos 1,300 millones de dólares, según la Coparmex.
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