Estrictamente Personal
Raymundo Riva Palacio / Eje Central
Un
funcionario federal se ha convertido en pieza clave para desentrañar el
misterio del ataque a dos empleados de la CIA y a un capitán de la Marina en la
zona de Tres Marías hace dos semanas. Pero al mismo tiempo, este personaje es
crucial para saber si lo que funcionarios estadounidenses consideran un ataque
del narcotráfico, es en realidad una operación de desinformación de la CIA y de
la Marina para encubrir un acuerdo secreto de operaciones clandestinas en
México.
El ataque en la carretera federal México-Cuernavaca causó un choque en
el gabinete de seguridad entre los secretarios de la Marina, almirante
Francisco Saynez, y de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, donde el
militar acusó a la Policía Federal de haberle disparado al vehículo con placas
diplomáticas en el que viajaban, y provocó que la Embajada de Estados Unidos
dijera que habían sido emboscados.
Los nuevos datos que contradicen las versiones oficiales y
extraoficiales las aportó el director de Protocolo del Museo Nacional de
Antropología, Salvador Vidal Flores, quien fue secuestrado en esa zona el 23 de
agosto cuando regresaba de Tepoztlán, al explicar a las autoridades detalles de
su captura que permitieron llenar varias lagunas que existían en la
investigación, que producían confusión y contradicciones.
Vidal Flores respondió indirectamente al almirante Saynez quien exigía
saber por qué estaba la Policía Federal exactamente en ese lugar, al explicar
que tras ser liberado el mismo 23 de agosto, presentó su denuncia en la
Estación Tlalpan de la Policía Federal, y condujo a una unidad a la zona donde
lo habían dejado en libertad. En esa zona, a la altura del kilómetro 48.5 de la
carretera federal donde se dio el incidente, los federales vestidos de civil
buscaron a los secuestradores hasta la noche del jueves y reanudaron el viernes
24 a las seis de la mañana.
Vidal Flores les dijo que lo llevaron por un camino de terracería y
subieron un cerro –el único camino que se conoce ahora en esa zona está en el
Cerro del Capulín, donde se encuentra la base secreta de la CIA y la Marina-,
hasta llegar a lo que llamó una casa de seguridad, donde había otros dos
secuestrados. De acuerdo con él, la balacera del viernes 24 a la ocho de la
mañana se dio en el mismo lugar donde lo había liberado junto con otro
secuestrado. La camioneta donde lo subieron sus tres secuestradores empataba en
descripción –utilitaria azul marino- con la de los empleados de la CIA y el
capitán de la Marina, Fabián Molino Yera, que no se detuvieron cuando les
hicieron el alto.
Tan pronto como supieron del ataque, los estadounidenses solicitaron
ayuda de la Policía Federal, y agentes de la comandancia de Morelos llegaron al
lugar de los hechos sin que se diera ningún enfrentamiento. Esta versión
coincide con la hipótesis de la “confusión” de la PGR, pero contradice las
otras líneas de investigación sobre crimen organizado, que es la misma
hipótesis que mantiene la CIA.
Vidal Flores dio su declaración ante el Ministerio Público Federal el
miércoles pasado, y el viernes habló con el secretario de Gobernación,
Alejandro Poiré. El presidente Felipe Calderón fue informado posteriormente de
los nuevos elementos de la investigación que dan un vuelco, en caso de ser
comprobados, a lo que hasta ahora la Marina, la PGR y la CIA mantienen. El caso
está trunco porque los empleados de la CIA fueron sacados de México por el
gobierno de Estados Unidos sin declarar –la razón es que no pueden acreditarse como
diplomáticos porque entraron clandestinamente a México-, y porque tampoco lo ha
hecho el capitán Molino Yera.
Vidal Flores se volvió en el testigo clave del caso y expuso la
posibilidad de que, descubiertos fortuitamente por una investigación de secuestro,
se revele lo que habían mantenido en secreto en México y Estados Unidos: sus
operaciones encubiertas en territorio mexicano contra el narcotráfico, la
guerrilla y terrorismo. Si este escenario resulta el correcto, el almirante
Saynez, la CIA y la Embajada de Estados Unidos deben a todos una explicación de
la aberración que construyeron para tapar sus malos pasos. Si no es así, es el
secretario García Luna y la Policía Federal, quienes tendrán que rendir
cuentas.
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