Miguel Ángel Carretero / El País
Entre las
principales críticas que se han hecho a la Reforma Laboral de 2012, que ha
emprendido el actual Gobierno del Partido Popular, se encuentra la sensación de
desequilibrio entre la debilitación de los derechos y condiciones laborales de
los trabajadores y el auge del poder empresarial. Parece que el espíritu de
esta reforma responde de manera desconfiada ante la evolución del mercado, pero
sobre todo, ante la actitud y el compromiso de los trabajadores con su trabajo.
Sin embargo, la historia nos enseña que el deterioro de las condiciones de
trabajo que incrementan la precariedad en el empleo, generan desconfianza,
inseguridad, preocupación y miedo de los trabajadores a ser despedidos afectan
gravemente al crecimiento económico.
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