domingo, 30 de noviembre de 2025

Frente a frente: la economía, la política y la política económica

Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada

Digámoslo sin ambages: para subsistir, todas las sociedades modernas requieren de intervenciones sistemáticas del Estado. Esta necesidad se cumple de diferentes maneras, porque si hay algo idiosincrático en la civilización capitalista, es la variedad de conformaciones y configuraciones estatales. De aquí la imposibilidad de contar con trazos únicos que lleven a la revolución o las reformas, así como a la democracia misma que insistimos en ver como única, aunque obviamente no lo sea.

Diseñar el Estado y desde ahí desplegar formas diversas pero eficaces de intervención política, en y sobre la economía, ha sido menester inseparable de las evoluciones capitalistas, resultando una constelación de experiencias que no pocos suelen ver como recetario de usos múltiples. En sus extremos, esas formas de ser del capitalismo han llegado a plantearse como soluciones únicas, finales la revolución total bolchevique y la revolución imaginada para abatir a los estados y entronizar a los mercados como fuente única de los criterios de evaluación y de las propias alternativas que los países se ven obligados a buscar o inventar cuando su majestad el mercado falla por todos sus ángulos y se muestra incapaz de articular buenos desempeños económicos.

El mercado, bien lo sabían los economistas clásicos, permite asignar de manera eficiente los recursos escasos, genera incentivos para que los individuos maximicen sus utilidades, pero no está en sus “genes operativos” propiciar la equidad, establecer pautas de cuidado y protección al medio ambiente ni tampoco regularse por sí mismo de una manera eficiente. No por casualidad pensadores grandes como Karl Polanyi han señalado con claridad sus limitaciones:

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