martes, 25 de noviembre de 2025

Donde la esperanza en el tren resiste

Fotos: Oliver Campa

El corredor ferroviario que une el Pacífico con el Atlántico ha atravesado diferentes etapas a lo largo de su historia, pero esta vez, la apuesta empieza a materializarse, aunque con retos. Expansión realizó un recorrido para conocer el trayecto.

Por: Tzuara De Luna y Luis Alberto Zanela / Salina Cruz, Oax., y Coatzacoalcos, Ver. - Expansión

Hablar del corredor interoceánico en México es evocar el pasado, pero con bocanadas de aire fresco, porque en el mosaico de ecosistemas que alberga el Istmo de Tehuantepec, el ruido de una locomotora emerge ahora con más fuerza de entre sus selvas, bosques y matorrales.

La vía ferroviaria que conecta los puertos de Salina Cruz, en Oaxaca, con Coatzacoalcos, en Veracruz, fue recorrida por Expansión a lo largo de sus poco más de 300 kilómetros para constatarlo. Como casi todos los trazos ferroviarios del país, fue inaugurada por el entonces presidente Porfirio Díaz, en 1907, con el objetivo de transportar mercancías entre el Pacífico y el Atlántico, vía el golfo de México.

Pero más temprano que tarde, el sueño de Díaz se vino abajo. La creación del Canal de Panamá, en 1914, revolucionó los flujos marítimos mundiales al permitir que los barcos navegaran sin la necesidad de maniobrar la carga, lo cual tenía que ocurrir en México al bajarla por los puertos, trasladarla al ferrocarril y después, subirla nuevamente a un barco, con los costos que conllevaba.

La idea de Díaz no era descabellada, simplemente irrumpió en la escena del transporte marítimo una opción más eficiente. Tanto, que se mantiene hasta ahora. Pero, a final de cuentas, la vía ya estaba y había que usarla, por lo que el transporte ferroviario operó desde entonces hasta que la vía fue obsoleta, con curvas y pendientes que la volvieron ineficiente. Y, aun así, funcionaba, hasta que vino una renovación profunda en el año 2020.

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