Por: Luis Miguel González - El Economista
¿Necesitábamos el bloqueo de 30 carreteras para mirar al campo? El precio de la tonelada de maíz es la chispa que encendió la flama ahora, pero está lejos de ser el único problema. Los agricultores que protestan se quejan de inseguridad, acceso al agua, gandallismo de los intermediarios que compran su producción y competencia desleal proveniente de Estados Unidos, entre otras cosas.
El maíz enciende las alarmas ahora, aunque lleva años dejando una estela de datos que no invitan al optimismo. Del 2015, la producción nacional ha caído 3.7%, mientras que las importaciones crecieron 78 por ciento. En 2025, se espera una buena cosecha nacional, pero todo indica que se romperá el récord de importaciones: entre enero y agosto se han comprado 16.8 millones de toneladas de maíz amarillo, con valor de 3,573 millones de dólares. Este maíz, en su mayoría, es transgénico y viene de Estados Unidos.
Hay protestas en 18 estados. Son miles de personas, que tienen la capacidad de dislocar puntos neurálgicos de un país de 130 millones de personas. Las manifestaciones dislocan, pero también nos ponen a pensar. En el fondo, todos sabemos que el maíz es algo más que un alimento. Los productores que bloquean las carreteras y accesos a la Ciudad de México exponen una circunstancia para la que el Gobierno no ha tenido soluciones. En el complejo mar de problemas del campo, el maíz es uno de los más importantes. El precio de mercado ha caído de 7,000 pesos por tonelada en 2022 hasta 5,200 pesos en 2025. En el mismo periodo, los costos de producción se han elevado alrededor de 50%, dicen los productores.
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