Por: Francisco González - El Economista
La inminente revisión del T-MEC llega en un momento de alta tensión global. Estados Unidos busca fortalecer su posición comercial endureciendo aranceles y reglas de origen, mientras México intenta conservar su papel como socio estratégico en la región. En este entorno, el sector de autopartes —responsable de más del 20 % de las exportaciones nacionales y pieza esencial del entramado automotriz norteamericano— se coloca en el centro de la revisión.
Frente a ello, el país enfrenta una disyuntiva: preservar su integración con Estados Unidos y Canadá o reestructurar parcialmente su proveeduría global. Las autopartes no pueden trasladarse de un país a otro de la noche a la mañana; cada línea de producción requiere años de planeación, inversión y logística. Pretender reubicar fábricas o sustituir insumos de forma inmediata es, sencillamente, inviable. Por eso, México debe insistir en certidumbre, gradualidad y diálogo.
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