Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada
Pues sí, la economía “sigue bien”, pero ahora con toda evidencia sin crecer, o apenas haciéndolo, a un díscolo 0.1 por ciento. Los datos económicos no generan señales de aliento; de esas que inspiran algo de confianza y llevan a los inversionistas o capitanes de empresa, como solíamos llamarlos, a invertir en nuevas o conocidas actividades.
No podemos negarlo: el contexto es incierto, marcado por riesgos globales que dependen en buena medida de la espada arancelaria o la intemperancia imperial de Trump, pero también están con nosotros los viejos y arcanos desarreglos y déficits, que hacen vulnerable al conjunto económico y financiero doméstico, a lo que hay que agregar las cuotas extremas de violencia. Se trata de un síndrome que auspicia y se alimenta de brotes intensos y extensos de brutalidad criminal que atiza nuestros temores originales.

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