Gerardo Esquivel - Milenio
La estabilidad financiera del país podría estar en riesgo. No es algo que debamos minimizar. Ya vimos un ejemplo del enorme poder disruptivo que tuvieron los señalamientos del Tesoro estadunidense sobre tres instituciones financieras mexicanas. No necesitan probar nada, les basta con señalar indicios. En este momento, nadie sabe si las instituciones señaladas realmente incumplieron o no con la regulación de prevención de lavado de dinero. No importa, el daño ya está hecho. La carga de la prueba cae sobre ellas y sobre las autoridades mexicanas, quienes habrán de trabajar a marchas forzadas para identificar si existieron o no omisiones en el cumplimiento de la regulación.
Para las instituciones financieras la credibilidad lo es todo. Sin ella, la institución se puede desmoronar de la noche a la mañana. Una corrida bancaria (es decir, una salida en masa de sus depositantes) podría llevar a la quiebra de una institución. Ya lo vimos hace unos días: basta una afirmación insidiosa para que muchos agentes económicos se pongan nerviosos y comiencen a retirar sus depósitos. Esto fue lo que llevó a las autoridades económicas del país a intervenir a las instituciones. Se trata con ello de reestablecer la confianza. Sin embargo, no sabemos si esto será suficiente.
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