Mario Maldonado - El Universal Online
Apenas el miércoles pasado el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, pedía certidumbre a Estados Unidos. “México ya hizo el esfuerzo que le correspondía en migración, ya ha avanzado muchísimo a juzgar por el fentanilo asegurado, entonces, México ha cumplido y necesitamos certidumbre de aquí a que se hace la revisión del TMEC respecto a tarifas y los temas comerciales”, dijo uno de los funcionarios mexicanos con mayor interlocución con la Casa Blanca.
Tras la fallida reunión de la presidenta Claudia Sheinbaum con Donald Trump, en la Cumbre del G-7, donde la mandataria mexicana pretendía abordar temas como seguridad, migración y comercio, las cosas con el gobierno de Estados Unidos siguen igual; es decir, con aranceles unilaterales, presiones migratorias y de seguridad contra México, sin que el gobierno haya podido hacer algo considerable para evitar el maltrato.
El asunto es que el tan anhelado “trato preferencial” de Estados Unidos a México, que tanto presumieron el secretario Ebrard y la propia Presidenta, nunca se dio. Si acaso el gobierno de Sheinbaum logró ganar un poco de tiempo, pero ese también se ha ido agotando y en materia arancelaria las cosas van de mal en peor: pasamos de tener aranceles de 25% a 50% al acero y el aluminio, y se impuso una prohibición a la importación de carne mexicana, pasando por las tarifas a los autos y las autopartes.
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