Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada
Llega la hora de los recuerdos y, también, de renovar ánimos, pero no para eludir ni evadir los obligados recuentos de lo hecho y dejado de hacer, sino para arriesgar expectativas. El acontecer del mundo no da descanso y sólo los diestros en la economía política de la negación pueden insistir en que las cosas van bien, con rumbo y pujanza patriótica. La violencia no da tregua, se trate de Culiacán, Chiapas o el ensombrecido Guerrero; viven horas de miedo e incertidumbre que desmienten visiones triunfalistas. Su acontecer niega que las cosas vayan bien y, para volver a la manida metáfora marinera, la nave no va.
Como quiera que sea, el gobierno tiene claros mandatos constitucionales que cumplir. Debe presentar(le) a la nación y sus desvencijadas representaciones su itinerario a seguir para elaborar el Plan Nacional de Desarrollo 2025- 2030. Por eso, a pesar del vergonzoso espectáculo habido con el Presupuesto de Egresos de la Federación, aprobado en fast track sin apenas enmendar el lamentable error con las universidades públicas y sin ofrecer visos de que vamos en la dirección de unas realidades fiscales promisorias para promover nuevos y mejores desempeños en la economía pública y social, el Estado tiene que ponerse en movimiento constitucional.
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