- Familias acogidas en el campamento del Floyd Bennett Field, uno de los 25 centros que clausurarán en los próximos dos meses, temen que el proceso de cierre y reubicación sea perturbador para sus hijos
Paola Nagovitch - Nueva York - El País
Rosa Herrero ha establecido como ha podido una nueva vida para sí misma y sus cinco hijos en el albergue para migrantes en el que viven. La madre soltera lo ha hecho a pesar de que el refugio está ubicado en el medio de la nada en Brooklyn, donde la estación de metro más cercana está a casi nueve kilómetros y el trayecto en transporte público a otros puntos de la ciudad de Nueva York toma horas. Lo ha logrado también a pesar de que su familia duerme en catres dentro de una gigantesca tienda de campaña que forma parte de un campamento levantado por el Gobierno local en un antiguo aeródromo para acoger a unos 2.000 solicitantes de asilo. Es lejos de ser un hogar, pero es el único techo que los Herreros han tenido sobre sus cabezas durante el último año. Ahora, la ciudad los va a desalojar de él.
El alcalde de la ciudad de Nueva York, el demócrata Eric Adams, anunció el pasado 10 de enero que su Administración cerrará 25 albergues para inmigrantes en los próximos dos meses. Entre ellos está el campamento de Floyd Bennett Field, en el que vive la familia Herrero junto a otras 500. Este centro forma parte de una red de 250 refugios habilitados por la ciudad para acoger a los miles migrantes que han llegado a la Gran Manzana desde la primavera de 2022. Desde entonces han arribado más de 225.000 peticionarios de asilo, una cifra récord. Sin embargo, el número de recién llegados ha ido diminuyendo desde hace cinco meses, lo que ha llevado la Administración Adams a reducir los recursos destinados a la gestión de la crisis migratoria, incluyendo la clausura de varios albergues.
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