- La joya de la corona judicial tendrá solo nueve ministros que deberán elegir nada más llegar a integrantes del poderoso Órgano de Administración
Beatriz Guillén - México - El País
Era el 5 de febrero de 2024 y entre su última batería de reformas, Andrés Manuel López Obrador enviaba: “Los jueces, magistrados y ministros serán electos de manera directa por el pueblo”. El entonces presidente tenía un problema enquistado con el poder judicial. En la mañanera se acusaba a diario a los jueces de estar “liberando a delincuentes” y a los ministros, de votar en contra de los proyectos de la Cuarta Transformación. Desde el máximo tribunal del país: silencio, “que hablen las sentencias”, se decía entonces. López Obrador había lanzado al aire la idea de una elección judicial mucho antes, sin que nadie se diera por aludido, ni la considerara siquiera posible. Fue con la mayoría aplastante que consiguió Morena en las elecciones del pasado 2 de junio, cuando la crisis estalló en la Suprema Corte y los ministros trataron de salvar una casa en llamas. No lo lograron: este domingo casi 2.700 cargos judiciales se elegirán en las urnas. De ahí saldrán los nuevos integrantes de una Suprema Corte más política, más vigilada y con mucho más trabajo.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) es la joya de la corona judicial. Sus integrantes son los jueces más importantes del país, los encargados de dirimir los conflictos entre poderes y de velar por el cumplimiento de la Constitución. Siempre han sido la aristocracia del poder judicial y también, en ocasiones, una molestia para el Ejecutivo. En el Gobierno de Felipe Calderón, la Corte incluso entregó uno de los más preciados trofeos del presidente y de su zar en Seguridad, Genaro García Luna: la libertad de Florence Cassez. Sin embargo, ningún Gobierno se atrevió a lo que va a suceder este domingo, unos comicios sin precedentes ni dentro ni fuera de México.

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