José Romero - Periódico La Jornada
En un mundo que se reorganiza geopolíticamente y en que las potencias redefinen sus prioridades productivas, México ha lanzado una ambiciosa estrategia de desarrollo: el Plan México. Concebido como una hoja de ruta hacia 2030, este plan busca reindustrializar el país, elevar el contenido nacional, sustituir importaciones y fortalecer el mercado interno.
La narrativa oficial es seductora: una nación que se emancipa, se moderniza y apuesta por su gente y su territorio. Sin embargo, al examinar los instrumentos, alianzas y prioridades del plan, surge una pregunta: ¿estamos ante una verdadera apuesta por la soberanía económica o ante una sofisticada versión de la dependencia funcional?

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