Carlos Ramírez - El Independiente
En los puntos más delicados de la elección de 2018, el candidato morenista Andrés Manuel López Obrador se refirió por primera vez a la figura de soltar el tigre de la inestabilidad y que nadie pudiera controlarlo si no le reconocían la victoria y que él se iría a su rancho de Palenque y a ver quién domaba a la fiera.
Hoy, el tigre lopezobradorista está suelto, se mueve dentro del territorio que le dejó libre el Gobierno de López Obrador y parece que nadie tiene la decisión –aunque muchos tienen la capacidad– para confrontarlo con manos en la ley, sobre todo porque el movimiento insurreccional de la CNTE busca beneficios adicionales a la negociación obrero-patronal oficial en el sector educativo que ya terminó el SNTE, pero con una de las 61 secciones –la 22 de Oaxaca– y fracciones de otras secciones magisteriales que convirtieron a la coordinadora de maestros en un verdadero foco de insurrección social en modo de insurgencia popular por sus vinculación con los resquicios de la guerrilla del EPR.

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