Diego Petersen Farah - El Siglo de Durango
Se dice libertario, pero detesta las libertades más esenciales: la de expresión, la de catedra, la de movimiento. Se dice libertario, pero le tiene pavor a los que piensan distinto. En su idea de debate no existe la escucha, solo la imposición. La única forma de relacionarse con el que piensa distinto es aplastándolo, aniquilándolo. Ese es Donald Trump, un enemigo público de la pluralidad y por lo mismo de las universidades.
La cargada del presidente Trump contra la Universidad de Harvard no tiene precedentes. Lo más parecido en la historia reciente de Estados Unidos es el macartismo de los años cincuenta del siglo pasado, cuando la paranoia anticomunista del gobierno federal obligó a los maestros y alumnos de las universidades a delatar todo pensamiento o actitud que pudiera ser considerada comunista. Sin embargo, aun en aquellos terribles años de persecución no hubo un acoso similar contra una institución de educación superior.
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