Jorge Zepeda - Milenio
MOISÉS BUTZENo le pidamos imposibles a Claudia Sheinbaum, pero habrá que tomar decisiones para sanear lo que comienza a pudrirse. El pleito entre Adán Augusto López y Ricardo Monreal seguramente será resuelto momentáneamente, pero revela un cáncer terminal.
En realidad, López Obrador no pasó la estafeta a un sucesor (sucesora en este caso), sino a un equipo. En principio, puede pensarse que se trata de una solución inteligente: un equipo es mejor que un liderazgo único. Entregó la presidencia a Claudia Sheinbaum, el partido político a su hijo Andrés y a Luisa María Alcalde (dos leales a Palenque), pero el Poder Legislativo a dos rivales de Sheinbaum: Adán Augusto López y Ricardo Monreal. Una fórmula que deviene en pesadilla cuando el poder es ejercido por un equipo que no es equipo.
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