- Los impulsores de aquel inflacionismo que desembocó en crisis de balanza de pagos no hubieran podido alegar que no se alzaron voces de precaución y prudencia...
Por: Bruno Donatello - El Economista
A la etapa de la autonomía “carismática” del Banco de México se le dio sepultura a principios del sexenio 1970 – 1976. El enfoque formó parte importante de la muy exitosa estrategia económica a la que se denominó Desarrollo Estabilizador. Durante ese período, el producto, el empleo y los salarios reales crecieron a un ritmo elevado con una inflación muy cercana a la de Estados Unidos.
Al reemplazo de aquella estrategia económica se le intentó aplicar el engañoso membrete de “Desarrollo Compartido”, pero, en realidad, el nuevo enfoque no fue más que vulgar inflacionismo irresponsable. Desde los inicios del Desarrollo Compartido se dejaron sentir las presiones alcistas con sus consecuencias en el deterioro de los salarios reales. Asimismo, la falta de disciplina fiscal se expresó en una ampliación del déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos lo que dio lugar a una contratación acelerada de deuda pública externa para financiarlo. Y el tremendo agravante en ese panorama, fue la incompatibilidad irreconciliable entre expansionismo fiscal y monetario y el mantenimiento de un tipo de cambio fijo. De lo anterior que aquella administración haya terminado en una devaluación muy traumática que llevó la paridad de 12.50 a más de 25 pesos por dólar.
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