- El sistema de exenciones arancelarias da a los fabricantes de vehículos un alivio parcial por dos años, siempre que estén comprometidos con aumentar su producción en suelo estadounidense.
Ivet Rodríguez - Expansión
No fue una concesión. Fue una advertencia con calendario. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, publicó el martes 29 de abril un decreto con un sistema de exenciones arancelarias que, en apariencia, da oxígeno a la industria automotriz norteamericana, pero en realidad impone una cuenta regresiva: dos años para dejar de depender del extranjero o asumir el pago de aranceles.
La nueva política permite a los fabricantes que ensamblan vehículos en Estados Unidos aplicar descuentos arancelarios a las autopartes importadas desde países que no forman parte del T-MEC —como Alemania, Japón, China o Corea del Sur— durante un periodo de transición.
Esto afecta de forma particular a las automotrices europeas y asiáticas, cuyos modelos dependen en gran medida de autopartes producidas fuera de América del Norte. Empresas como BMW, Hyundai, Toyota, Audi o Mercedes-Benz deberán replantear dónde ensamblan, qué partes utilizan y cómo distribuyen su producción global.

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