- En cambio, la ausencia de la mandataria mexicana reflejó su obsesión por no encontrarse en un lugar donde no controlaba todos los factores
Ricardo Pascoe - El Heraldo de México
La presencia de Donald Trump en las exequias del Papa Francisco en el Vaticano, y la ausencia de Claudia Sheinbaum al evento, descubrió filamentos sobre lo que ocurre en la relación bilateral México-Estados Unidos. Trump estaba en un territorio que no controlaba y su tête-à-tête con Zelensky era casi un acto de contrición, después de su último encuentro en la Casa Blanca, donde el americano ripostó al ucraniano.
En cambio, la ausencia de la mandataria mexicana reflejó su obsesión por no encontrarse en un lugar donde no controlaba todos los factores, y no quería ser sorprendida por Trump, ni por nadie. Era mejor no asistir, era mejor no exponerse a peligrosos encuentros.
El estilo atrabiliario de Trump contrasta con la cautela de Sheinbaum. Pero ambos líderes profesan la misma ideología “de la transformación”. Uno como bravucón de barrio y la otra como la aterrorizada persona que todo lo calcula antes de actuar. Pero se identifican por impulsar proyectos sorprendentemente parecidos.
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