Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada
En días recientes, tanto el Banco Mundial como el FMI modificaron a la baja sus porcentajes de crecimiento para México; el Banco recortó su expectativa en 1.5 puntos porcentuales, y el Fondo anticipó una contracción de 0.03 por ciento. Noticia que cayó mal en Palacio Nacional, escribió Luis Miguel González (“¿Qué tiene de malo para México el pronóstico del PIB del FMI: -0.3%?”, El Economista, 23/04/25) y agregó: “Hay consenso en que aranceles e incertidumbre Made in USA son el principal lastre a la economía global, y México es el país más perjudicado en el mundo con el cambio de escenario, asegura el articulista, (pero) hay que recordar que en el sexenio de AMLO el promedio anual fue menor a 1.0 por ciento y que, antes de Morena, entre 1982 y 2018, la tasa anual de crecimiento promedio fue apenas superior a 2.0 por ciento”.
Hay cifras que agradan y otras que fastidian; cifras que visten o que desnudan, pero más allá de números y proyecciones es necesario asumir que, lo que en verdad importa, lo que es necesario atender es la falta de crecimiento de nuestra economía y su incapacidad de generar los empleos necesarios, formales y bien pagados que exige una población de jóvenes y adultos jóvenes que año con año ven truncadas sus expectativas laborales y así pasan a ingresar, en el mejor de los casos, las filas de la informalidad y, en el peor, las de los grupos criminales.

No hay comentarios:
Publicar un comentario