- El mensaje de estos siete meses en la comunicación es evidente: la consolidación del nuevo régimen supone cualquier cosa menos una moderación en la batalla por la narrativa política
Salvador Camarena - El País
La segunda presidencia obradorista ha logrado galvanizar el control sobre los medios públicos. La polémica iniciativa de Claudia Sheinbaum para regular las telecomunicaciones es consistente con esa deriva, y por lo mismo ha hecho saltar múltiples alarmas.
Desde la pasada transición presidencial se diseñó una depuración en canales públicos de radiodifusión. El nuevo sexenio no solo quitó de la barra a analistas con prestigio y trayectoria de izquierda como Sergio Aguayo en el Canal Once, sino que decididamente vetó la pluralidad.
En lo que llaman primer piso de la transformación cabían en la televisión pública programas con gente no decididamente identificada con el régimen y opositores. Tal tolerancia (por llamarla de alguna forma) mostrada en el sexenio pasado ahora es machacada sin rubor.

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