lunes, 9 de septiembre de 2024

LA MALDICIÓN DE CHINA: DE FUTURO LÍDER MUNDIAL AL ABISMO DE LA JAPONIZACIÓN

  • La amenaza de la deflación pone en riesgo las aspiraciones ambiciosas del país
  • La crisis del gigante asiático tiene varios paralelismos con la de Japón en los 90
  • Pekín no contiene el peligro desinflacionista al centrar sus estímulos en la oferta

 

El peligro de la deflación hace aparición en la economía de China. Foto: Dreamstime

Víctor Blanco Moro -  elEconomista.es -Madrid 

El camino de China para convertirse en el líder económico mundial ha empezado con el pie izquierdo. La crisis que está sufriendo el gigante asiático en los últimos años no remite, con el sector inmobiliario en el punto de mira y por el camino la economía china está sufriendo un deterioro que las autoridades no consiguen arreglar. El crecimiento de los precios se ha estancado en el país, y ya acumula 5 trimestres consecutivos de contracción, una tendencia que los analistas no creen que se vaya a poder revertir en los próximos trimestres. El rumor de la entrada en una situación de deflación, similar a la que ha vivido Japón en las últimas décadas, se está extendiendo, y ya hay voces respetadas en China, como el exgobernador del banco central, Yi Gang, que admiten el peligro deflacionista, una espiral de precios y salarios en caída y estancamiento del crecimiento de la que es muy complicado salir. Japón es buena prueba de ello.

La deflación es una de las palabras malditas para cualquier economía en crisis. El gran peligro de entrar en una situación deflacionista es el riesgo de que la situación se cronifique, y que se convierta en una tendencia que se retroalimenta y de la que es muy complicado salir. Cuando los precios empiezan a caer de forma continua, muchos consumidores deciden procrastinar sus compras, especialmente las que suponen un gasto más elevado. ¿Por qué comprar un coche este mes, si todos los meses se confirma una nueva caída de los precios? La lógica que siguen muchos ciudadanos es esperar a que los precios sigan cayendo, y esto se convierte en una profecía autocumplida muy difícil de revertir. La escasez de demanda lleva a los productores a seguir bajando precios y salarios, y así, sucesivamente.

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