Jorge Zepeda Patterson . Milenio
Ten cuidado con lo que deseas, porque podría cumplirse, una sabia agudeza atribuida a Oscar Wilde. Muchos mexicanos esperan con la impaciencia de una cuenta regresiva el final del sexenio de Andrés Manuel López Obrador. No extrañarán ni su estilo aguerrido, ni su tozudez para sacar adelante una agenda que no compartieron. Y aunque entienden que el inmediato futuro ofrece más interrogantes que certidumbres, ningún escenario les resulta más frustrante que un presidente todopoderoso con el que no coinciden. Su salida, dan por sentado, ofrece una oportunidad para dejar atrás la polarización o la atonía económica que atribuyen a su gestión. Hablo, desde luego, de los críticos y opositores de la 4T, no de sus muchos seguidores.
Pero habría que entender que el liderazgo de López Obrador surgió a partir de una serie de graves tensiones en la sociedad mexicana; su salida podría visibilizarlas. Es simplista y peligroso asumir que sus niveles de aprobación son producto exclusivo de la demagogia o de políticas públicas populistas. Justamente esa es la tesis que sostuvo la oposición durante todo el sexenio; creer que bastaba con desengañar al pueblo para que esa popularidad se desplomara. El fracaso de esa postura es que no entiende que el malestar del grueso de los mexicanos obedece a causas reales y profundas, al margen de que hubiera aparecido un soliviantador para darles cuerpo.
Con todo respeto, no coincido con el autor Cepeda P. NUNCA TENDIÓ PUENTES AMLO. NO DIALOGÓ CON NINGUNA FUERZA. A TODAS LAS IGNORÓ. inclusive a quien llevaba una orden JUDICIAL, para ser escuchada, en un justo Derecho de Replica. A Doña Xóchitl Gálvez
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