jueves, 12 de septiembre de 2024

LA REFORMA JUDICIAL Y EL CONSEJO DE LULA

Serpientes y Escaleras

Salvador García Soto - Expreso

Detrás del burdo manotazo presidencial, de sus prisas y su obsesión por aprobar la cuestionada reforma al Poder Judicial antes de que termine su sexenio, López Obrador quiere lograr un doble blindaje: primero para él, que no pueda ser acusado ni procesado por los jueces y ministros autónomos una vez que deje el poder; y luego para su sucesora, Claudia Sheinbaum, que no la puedan frenar, obstaculizar ni tampoco acusar con un sistema judicial sometido y a modo de su movimiento político.

Pero si bien la ejecución tan sucia y desaseada de ese plan, para la que echó mano de todo el aparato del Estado, con amenazas, expedientes judiciales, extorsiones y compra de senadores, fue totalmente obra suya, la idea de desaparecer al Poder Judicial y a la Suprema Corte autónomas para poner en su lugar jueces politizados y manipulables, se la dio su gran amigo Luiz Inácio Lula Da Silva, el actual presidente del Brasil, quien en una plática hace unos años le advirtió: "Tienes que cuidarte de los jueces, esos pueden acabar con tu proyecto político".

El consejo de Lula era totalmente empírico y se basaba en lo que le sucedió al líder del Partido de los Trabajadores en su primera presidencia de Brasil entre 2003 y 2011 cuando, después de haber dejado el poder con niveles de popularidad de 80% y de haber colocado como su sucesora a su pupila Dilma Rousseff, el exmandatario brasileño, al que en ese momento le diagnosticaron un cáncer de garganta tras concluir su mandato y que logró superarlo, comenzó a ser investigado por el escándalo de corrupción de Petrobras, la compañía petrolera brasileña.

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