- El gigante asiático invierte en el exterior miles de millones de euros en plantas, sobre todo de industrias vinculadas a la transición energética, como respuesta a la guerra comercial
Guillermo Abril - Pekín - El Paìs
China ha entrado en una nueva fase de conquista global. Sus compañías tecnológicas vinculadas a la transición verde han empezado a sembrar semillas por infinidad de territorios. Cada poco se anuncia un acuerdo para colocar la primera piedra de una planta de producción de vehículos eléctricos, de baterías, de electrolizadores para la producción de hidrógeno verde, de paneles solares. En España, en Brasil, en Alemania, en Vietnam, en México, en Turquía, en Hungría. La nueva tendencia habla de la vocación internacional de Pekín, que busca capitanear un sector en el que se ve un paso por delante de sus competidores. Por capacidad tecnológica y por potencia productiva. Quiere llegar a todos los rincones del planeta. Estar cerca de los mercados clave. La expansión lleva tiempo en marcha. Se ha acelerado tras la pandemia. Y forma parte de la apuesta industrial de la República Popular frente a una economía tocada por el pinchazo de una gigantesca burbuja inmobiliaria: si no revive la demanda interna, habrá que ir fuera a buscarla.
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