Gerardo Esquivel - Milenio
En 1992, durante la campaña presidencial estadunidense en la que competían Clinton y Bush padre, un famoso asesor de Clinton, James Carville, acuñó una frase que se popularizó rápidamente: “It’s the economy, stupid!” (¡Es la economía, estúpido!). La frase se dio en el contexto de la recesión económica que sufrió Estados Unidos en 1991, pero cuyos efectos negativos en el mercado laboral se prolongaron hasta junio de 1992. La frase contribuyó en forma importante a identificar el punto más vulnerable y crítico de la gestión de Bush, quien buscaba la reelección, y a enfatizar las diferencias clave entre las propuestas de uno y otro candidato. Todos conocemos el resultado de esa elección.
Durante la elección presidencial en México en 2018 nadie dijo la frase “¡Es la pobreza, estúpido!”, pero bien pudo haberse dicho. Quizá la principal diferencia entre las propuestas del entonces candidato López Obrador y los otros candidatos era precisamente el énfasis sobre qué hacer con la pobreza y cómo atenderla. De hecho, si en algo se ha distinguido la administración actual de las dos anteriores ha sido precisamente en las políticas y en los resultados en materia de combate a la pobreza.
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