- Sheinbaum tiene mucho espacio de maniobra para escoger espacio y tomar decisiones que no la contrapongan con el presidente ni alimenten el morbo de sus críticos en la oposición o dentro del gobierno.
Antonio Ocaranza Fernández - Expansión
Es probable que las condiciones para el inicio de su gobierno no eran las que Claudia Sheinbaum hubiera deseado. La aprobación de la reforma al Poder Judicial y el comportamiento de algunos indicadores económicos, como el tipo de cambio o el crecimiento del PIB, han generado en el sector empresarial mexicano y extranjero y en muchos sectores de la sociedad, un clima de inquietud y duda.
Tan pronto como Claudia Sheinbaum tome posesión como Presidenta de México, el primero de octubre, los empresarios y los mercados internacionales buscarán señales que puedan confirmar los temores de que será una calca del presidente López Obrador o de que desarrollará un estilo propio, menos ideológico e intransigente. Con toda certeza, quienes esperan una ruptura inmediata con el presidente se decepcionarán. No está en el interés de la presidenta ni en el de México, que exista una ruptura entre López Obrador y su sucesora. Generar tensiones en el grupo gobernante añadiría turbulencias que no sirven a nadie.
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