Opinión de Claudio Ochoa Huerta null - El Universal Online
El título de esta columna no es una equivocación. Más bien es el puesto de facto del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de este país. Sin que nadie le pusiera resistencia, él decidió que policías que semanas atrás patrullaban las calles de la Ciudad de México ocupen cuatro de los puestos más importantes en una empresa pública que tendría que cuidar los márgenes, la utilidad, los aspectos financieros, operativos y comerciales. El problema es que dos de ellos han enfrentado serios señalamientos de corrupción y abuso.
El pasado 7 de octubre di a conocer que Israel Benítez López, conocido como “El Jefe Máximo” y quien era el número dos de la policía de la CDMX en la época de Omar García Harfuch, se encargaría de Pemex Logística, una de las áreas más importantes y donde más dinero se mueve en la petrolera. La designación no sólo hacía corto circuito por la nula relación entre su experiencia y el nuevo encargo, sino porque en julio de 2023 en Latinus revelamos junto con mi compañero Alberto Valiente que Benítez López escondió una serie de propiedades, entre ellas un rancho de lujo en Hidalgo, con animales exóticos incluidos. Lejos de exigirle una explicación por la discrepancia entre su salario y el abultado patrimonio, el gobierno de la Ciudad de México lo solapó. Martí Batres, que en ese entonces quedó en lugar de Claudia Sheinbaum, tuvo que tragarse sus palabras y fingir demencia porque años atrás había señalado al policía de ser un delincuente electoral al servicio del PRD de Miguel Ángel Mancera.
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