- El Gobierno de Sheinbaum arriesga la fortaleza económica consolidada con América del Norte con sus relaciones con el gigante asiático
Carmen Morán Breña - México - El País
La soberanía que pregona México o la fanfarronería autárquica que exhibe Donald Trump en Estados Unidos chocan ya con un mundo donde la geopolítica entrelaza fuertemente las economías. En la competitividad que busca América del Norte no hay cabida para coquetos con China, otro de los grandes polos del mercado mundial, y esa es la razón de que Canadá haya dado un viraje contra México, a quien acusa de permitir que el gigante asiático se cuele por sus fronteras sin el permiso del tratado trilateral, el TMEC. La fabricación de coches con autopartes fabricadas en China no solo ha rebrotado la amenaza de los aranceles por parte de Trump, a punto de instalarse en la Casa Blanca, también ha hecho levantar la voz a los liberales canadienses, en un juego que los expertos califican de “oportunista” dado que las elecciones de ese país se celebran el año que viene y el avance conservador reclama otros mensajes. México sigue siendo el socio más débil y a decir de los internacionalistas no puede desviar el camino: el bienestar interno depende, más que de nadie, de los vecinos del norte.
“México sí está triangulando las exportaciones chinas hacia Estados Unidos y hacia Canadá”, asegura Estefanía Cruz, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM. Y la mayor alarma llega con la fabricación de automóviles, pieza clave en las economías internas y externas. Estados Unidos y ahora también Canadá, no tolerarán que los productos fabricados por China entren en sus territorios por la puerta mexicana, donde se ensamblan esos coches. Y tampoco se conformarán con la idea de que las plantas chinas previstas en México sean en exclusiva para abastecer el mercado latinoamericano, no para exportar a Estados Unidos, como ha señalado la empresa asiática BYD de coches eléctricos. “China se presenta como una potencia hegemónica que quiere tener presencia en el mercado latino, pero no puede ser México la herramienta” para ello, dice Pía Taracena, de la Universidad Iberoamericana. Quizá Brasil, o Argentina, sugiere. “México ya tiene la mayor parte de los huevos en la canasta de la región del norte, romper eso le saldría muy caro”, afirma.
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