- Aunque los intereses de los bancos comerciales estuvieran vinculados con el antiguo régimen de emisión, ese sistema era “científicamente impracticable”.
Bruno Donatello - El Economista
Los tiempos han cambiado y mucho. Mientras que, en un pasado venerable, el Estado mexicano se devanaba los sesos para fundar una institución deseada, en el presente el gobierno en turno se regodea en destruir entidades deseables, que han mostrado su utilidad. En un orden semejante, sin consideración a la inmensa asimetría recíproca, México reta al demagogo del pelo oxigenado y mostaza: “¡Aquí también puede haber aranceles!”. En contraste, en épocas más constructivas, aunque por desgracia remotas, los esfuerzos eran en el sentido de construir, crear. En el Congreso Constituyente de 1917, los debates acerca del proyecto para establecer un Banco Único de Emisión se llevaron a cabo durante los días 16 y 17 de enero del año referido. Aunque en los intercambios correspondientes no faltaron las intervenciones pintorescas y hasta chuscas, ya se hicieron manifiestas algunas de las cuestiones que serían determinantes en el establecimiento del futuro banco del Estado. La principal de ellas, que debiera operar con independencia del gobierno. La segunda, en cierto aspecto vinculada a la anterior cuestión, la forma en la que el sector privado debería tener participación en tan deseada institución del país. Es decir, ya en el Congreso Constituyente se anticipó el muy importante y candente tema de la autonomía. En círculos intelectuales, por años se había discutido sobre si convenía en México un régimen de concurrencia múltiple o centralizado para la emisión de billetes. Tal vez uno de los logros más importantes del Congreso Constituyente haya sido el de ya superar esa discusión. Con intuición clarividente, en ese foro quedó ya en claro la obsolescencia de dicho debate.
Un actor muy activo en aquellos debates definitivos en el Constituyente fue el diputado Rafael Nieto. A cargo de Nieto había corrido el acierto de presentar la iniciativa para que entre las funciones reservadas en exclusiva al Estado se estableciera la emisión de billetes. Y más adelante en ese cónclave, ya para cerrar el debate, nuevamente se produjo la intervención del constituyente Nieto. Había que ponerle ya la lápida a la idea de la concurrencia múltiple de emisores. En tal sentido, en su intervención de cierre ese legislador evocó el pormenor de una entrevista con uno de los financieros más prestigiados en el país: el señor José Simón del Banco Nacional de México. Según tan autorizada voz, aunque los intereses de los bancos comerciales estuvieran vinculados al antiguo régimen de emisión de billetes, ese modelo era “científicamente impracticable”.
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