Luis Rubio - El Siglo de Durango
Cuenta la anécdota que Isaac Newton desarrolló la teoría de la gravedad cuando le cayó una manzana en la cabeza y se preguntó por qué cayó en lugar de volar. Aunque ficticia, la anécdota sirve para pensar sobre la forma en que el país podría progresar y prosperar o retroceder aún más. La presidenta Sheinbaum ha planteado objetivos preclaros para su gobierno que implican elevar la tasa de crecimiento económico de una manera incluyente, para lo cual ha prometido no sólo preservar, sino aumentar los programas sociales. La pregunta que me parece crucial es qué sería necesario para hacer compatibles ambos propósitos.
El punto de partida tiene que ser que es imposible desafiar la gravedad, es decir, que no es posible procurar objetivos contradictorios de manera permanente. El gobierno anterior encontró que el crecimiento económico y la distribución de beneficios sociales eran incompatibles, lo que le llevó a abandonar la promoción del crecimiento, en el camino agotando todos los recursos, fondos e instrumentos con que el gobierno solía contar para avanzar el desarrollo económico. En términos llanos, el propósito distributivo es loable (y necesario), pero sólo es sostenible en el contexto de una economía que crece con celeridad y que eleva la productividad del trabajo de manera sistemática. Sin estas dos condiciones, la distribución es imposible.
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