Arturo Damm - La Razón de México
La reforma del Poder Judicial, que sustituye la meritocracia por la democracia para elegir jueces, magistrados y ministros, puede dar como resultado, en el mejor de los casos, juzgadores sin la preparación académica y la experiencia laboral necesarias para juzgar con justicia, y, en el peor, juzgadores incondicionales del Poder Ejecutivo, o de otros poderes fácticos (crimen organizado), algo propio del Estado de chueco, antítesis del Estado de derecho.
La reforma del Poder Judicial, en la medida que puede enchuecar más el ya de por sí Estado de chueco que padecemos, ha generado mayor desconfianza entre los empresarios, lo cual se ha traducido en menos inversiones directas (que producen bienes y servicios, crean empleos, generan ingresos y contribuyen al bienestar), lo cual ha dado como resultado un menor crecimiento de la economía (que se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios).
En enero la confianza empresarial para invertir directamente en México, en escala de cero (total desconfianza), a 100 (confianza total), según el Indicador de Confianza Empresarial del Inegi, fue 43.1 puntos. En septiembre fue 33.8.
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