Por: Ezra Shabot Askenazi - El Economista
Para los políticos la realidad, y lo que ellos asumen como algo existente, se convierte en un dilema en la medida en que finalmente tienen que optar por una u otra en el momento en que ya no es posible conciliar el deseo con el mundo real que se les viene encima. Durante el sexenio de AMLO el país se movió en una dirección contraria a la del proyecto de una izquierda capaz de generar bienestar con crecimiento económico y reducción de la desigualdad social.
El desmantelamiento de lo que denominaron como el modelo neoliberal, implicó en la realidad la reconstrucción del nacionalismo revolucionario anacrónico y la pérdida de derechos y servicios que se habían obtenido como consecuencia de políticas atinadas que pretendieron convertir en realidad el acceso a mejores niveles de vida para segmentos de la población abandonados por largas décadas.
El Seguro Popular, Oportunidades en sus distintas versiones de Progresa y Próspera, las guarderías infantiles, así como toda la infraestructura de organismos autónomos cuyo objetivo era evitar el contubernio entre capital y gobierno y garantizar así la libre competencia para terminar con los cuellos de botella de los monopolios privados y estatales, fueron destruidos por la 4T y sustituidos por un sistema de entrega directa de dinero que consiguió crear la ilusión de un bienestar inexistente.
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