Jesús Silva-Herzog - El Siglo de Durango
Donald Trump puede regresar a la Casa Blanca. El hombre tiene 88 procesos judiciales en curso. Cuatro de ellos, penales, incluyendo un juicio por el intento de golpe de estado y puede ganar la elección de noviembre. Por supuesto, nada está escrito. No ha habido contienda más cerrada que la que se decidirá en un par de semanas. Los estados que tienen la llave de la presidencia están prácticamente empatados. El ascenso de la candidata de emergencia parece haberse detenido y en los temas que los votantes consideran más importantes (migración y economía) es Trump quien es visto como el candidato más confiable. La moneda puede caer de un lado o del otro, pero más nos vale prepararnos para una segunda presidencia de Trump.
La segunda temporada amenaza con ser infinitamente peor que la primera. Quienes estuvieron cerca de él suenan todas las alarmas a su disposición. En efecto, son sus antiguos colaboradores quienes mayor temor sienten por su regreso. Lo denuncian los dos hombres que trabajaron como sus secretarios de Defensa. Lo ven como un hombre impulsivo, inmaduro, un hombre incapaz de defender el interés general, una amenaza a la democracia. Quien fuera jefe de la oficina presidencial denuncia la admiración que Trump siente por los asesinos y los dictadores y el desprecio por la ley y las instituciones. Recientemente se reveló la conversación que el general Mark Milley tuvo con el legendario periodista Bob Woodward. Milley, quien fue Jefe del Estado Mayor de los Estados Unidos, le dijo al reportero que no hay mayor amenaza para los Estados Unidos que Trump. Trump es "un fascista hasta la médula." Esto lo dice el militar de más alto rango de Estados Unidos. Un hombre acostumbrado a escapar de la controversia partidista, siente la obligación de gritar que el peligro es gigantesco. Al experimentado reportero no solamente le sorprendió el calificativo que el militar usó, sino la vehemencia con que se lo dijo.
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