JorgeZepeda Pattersom - Milenio
Si en 2018 no hubiera existido López Obrador tendríamos que haberlo creado, escribí alguna vez. El país necesitaba ofrecer una salida pacífica por la vía de las urnas a las mayorías inconformes que exigían un cambio. Imposible saber qué habría sucedido si la exasperación popular respecto a las ofertas políticas de siempre, PAN y PRI, no hubieran encontrado una opción para expresarse. Pero la tuvieron.
Hoy enfrentamos el problema opuesto. No podemos ignorar que 40 por ciento de los ciudadanos no votó en favor de Claudia Sheinbaum. No solo eso, muchos de ellos sufragaron en contra de lo que ella representa. Habría que preguntarse cuántos de ellos recurrieron al PRI y al PAN como un mal necesario, simplemente porque no había otra forma de expresar su desacuerdo con la opción favorecida por la mayoría. El descrédito en el que se encuentran los dos partidos tradicionales y las muchas dudas que ofrece el MC, tanto en lo que toca a su deslinde con Morena como a la consistencia de sus líderes, no son un buen presagio para lo que viene.
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